Por Ignacio Santelices, director ejecutivo de la Agencia de Sostenibilidad Energética (AgenciaSE).
De cuando era niño, recuerdo como las chimeneas humeando eran consideradas símbolo de progreso; y cómo no, si el progreso se consideraba que venía de la mano de la quema de combustibles fósiles.
Siempre el desarrollo ha estado asociado y limitado por la disponibilidad de energía y, por eso, no es casualidad que la humanidad haya progresado materialmente los últimos 150 años, desde la revolución industrial, como nunca antes en su historia, de la mano de la transformación energética que ocurrió a partir de la explotación de los combustibles fósiles.
Hoy, estamos viviendo una nueva transformación energética, después de 150 años en que han predominado los combustibles fósiles, estamos reemplazándolos por energías renovables, y esto va a cambiar nuevamente nuestro modelo de desarrollo y nuestro estilo de vida.
Los cambios en la forma en que producimos y consumimos la energía son vertiginosos. Por ejemplo, hace 15 años en Chile aún existían centrales térmicas con eficiencias tan bajas como 35%, y para iluminarnos usábamos ampolletas incandescentes que perdían 95% de la energía en calor, lo que llevaba a que por cada 100 unidades de energía que inyectábamos, solo 1,5 unidades terminaban prestándonos el servicio de iluminarnos. Las restantes 98,5 unidades de energía se perdían en el camino.
Avanzar hacia el cambio cultural
Hoy, podemos tomar la infinita energía del sol o del viento, y encender una ampolleta led que tiene eficiencia de sobre el 95%, lo que nos lleva a que perdamos menos de 5 unidades de energía en todo el proceso.
Este está está siendo empujado por los cambios tecnológicos y las buenas políticas públicas, de las cuales tenemos muchas que señalar en Chile, y que nos tienen hoy como líder regional en temas de sostenibilidad energética.
Ejemplo de esto es el marco normativo que ha permitido masificar las energías renovables a gran escala -y cada vez más a nivel del consumidor-, el plan de descarbonización, el Proyecto de Ley de Eficiencia Energética y el próximo proyecto de ley para regular los biocombustibles sólidos, entre otros.
Sin embargo, existe un tercer elemento clave para avanzar por la senda del desarrollo sostenible, complementario a la tecnología y las políticas públicas, y este es el cambio cultural.
Nada más claro que la necesidad de avanzar en el cambio cultural que lo que pasó el año pasado con la venta de autos. Hoy tenemos mucho mejor transporte público, con más líneas de Metro y con buses eléctricos; tenemos además aplicaciones que nos pueden trasladar de un punto a otro; otras que nos llevan lo que queramos a donde estemos; autos para arrendar por horas o días, y tenemos una amplia red de bicicletas públicas y cada vez más ciclovías. Y, sin embargo, la venta de autos en 2018 marcó un récord histórico. Esto, porque pese a que muy probablemente estamos usando mucho menos el auto que antes, no podemos dejar de comprar uno para tenerlo estacionado, porque culturalmente estamos acostumbrados a tener un vehículo en nuestro estacionamiento.
En el cambio cultural, por supuesto, tiene un rol importante la política pública pero, finalmente, somos nosotros mismos los que debemos darnos cuenta de que el mundo está cambiando y debemos hacerlo con él, si queremos efectivamente que el país transite por la senda de la sostenibilidad.
Los invito a que todos transformemos conscientemente nuestro estilo de vida, de modo que nuestros hijos no asocien el progreso a una chimenea, sino al sol, la lluvia o al viento.
Fuente: El Mercurio